Ayer fue un día mágico en casa. No es que los demás no lo sean, sin embargo ayer fue mágico porque la propuesta fue: no hacer NADA.
Y en ese espacio en blanco, en donde no había ninguna actividad planeada, ningún paseo sofisticado o diversión ya provista, la creatividad, las risas, el movimiento y la energía no paraban de brotar.
Este día mágico atrajo (sin ni siquiera planearlo) a los amigos de mi hijo a casa. Fue maravilloso simplemente estar, observar y disfrutar su expansión.
Inventaron juegos, descubrieron fuerzas que
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